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Arturo Bosque

Los rusos y la guerra de Israel contra Líbano Por Eliseo Bayo

 

 El poderoso ejército israelí ha sido derrotado por Hizbulláh.

Según los rusos la triple alianza de Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña han fracasado en su intento de llevar la guerra al Oriente Medio. Pero la amenaza de extender el conflicto a Siria y a Irán no ha desaparecido

 

 

El general coronel L.G. Ivashov, vicepresidente de la Academia de Estudios Geopolíticos, se expresó largamente sobre el conflicto en un artículo aparecido en la página web de la Agencia de Información y Análisis sobre Marketing y Consulting. Su primera andanada fue decir que pocas personas en el mundo creen que la causa del conflicto hay que buscarlo en el secuestro de dos soldados israelíes por Hizbolláh y en el consiguiente intento de liberarlos por parte del ejército israelí. Muy al contrario, dice el general ruso, la operación del ejército israelí fue planeada antes y su propósito, que es múltiple, va más allá de la operación y del resultado deseado. Israel no se habría embarcado en una operación de gran escala sin el permiso y la protección de Washington. El tercero con intereses en la operación es el Reino Unido, especialmente Blair y su gente, aliados leales de los americanos, aparecen como principales implicados en el juego político de Oriente Medio.

El ex primer ministro Evgeni Primakov, un verdadero experto en temas de Oriente Medio desde que estuvo allí en la década de los sesenta, sostuvo en Izvestia, el 31 de Julio, que la ofensiva contra el Líbano podría ser una cobertura del ejército israelí para golpear a Irán y a Siria.

 

Los ingleses y los norteamericanos fueron instrumento de un poder en la sombra, según los rusos. En opinión de Ivashov el principal instigador es la oligarquía financiera mundial que trabaja sin descanso para lograr en su propio beneficio un cambio drástico en la política, la economía y la organización social de la comunidad internacional. Se puede discernir los siguientes objetivos buscados: el hundimiento de sistema de relaciones internacionales que han regido el mundo desde la Paz de Westfalia en 1649 y desde la Conferencia de Postdam de 1945; la devaluación de las normas y principios de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, y el descrédito de ésta; la creación de las condiciones para atacar a Irán, con el objetivo de apoderarse de sus yacimientos de petróleo y de gas natural, y el establecimiento del control de sus rutas de transporte (gasoductos, oleoductos). Estos objetivos pretenden modificar por la fuerza el mapa del Oriente Medio y adaptarlo a sus intereses.

Entre otros objetivos más particulares el general ruso señala  que se buscó cancelar los planes que estaban en marcha para transformar el Líbano en una zona estable económica y financiera en Oriente Medio. Los Estados Unidos (el capital industrial y militar en el poder) intentan lograr un número de objetivos particulares: fortalecer su posición como gendarme mundial, de acuerdo con el rol de las fuerzas armadas para afrontar problemas internacionales; avanzar en la provocación de preparar el ataque contra Irán e iniciar el camino para que los Estados Unidos substituyan al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; preparar a la opinión americana para otras aventuras militares, distrayéndola de los problemas en Irak y en Afganistán.

Por su parte, Gran Bretaña tiene interés en aumentar su influencia en las zonas tradicionales de la actividad política británica, al mismo tiempo que trata de arrojar a Francia del Oriente Medio. Israel ha incrementado su rol de unidad de choque al servicio de la elite financiera mundial, al mismo tiempo que reclama su status de “Estado intocable”. Según el general ruso, los objetivos actuales de Israel se centran en mantener constantemente la inestabilidad en los países árabes vecinos como condición para su supervivencia; en eliminar la capacidad militar de los Estados y movimientos hostiles a Tel Aviv; en provocar choques y fricciones entre facciones árabes e islámicas; en desviar la atención de la población israelí de los problemas domésticos a las operaciones militares para fortalecer el régimen de Olmert; en destruir y desacreditar los movimientos radicales islamistas que están ganado fuerza política, como Hamás y Hizbulláh; en fortalecer los lazos políticos entre Israel y los Estados Unidos; en satisfacer las demandas de los militares israelíes que exigen aumentar los gastos en defensa y fortalecer la posición del ejército israelí en el seno de la sociedad israelí.

Según el general Ivashov, el creciente entendimiento entre la sociedad libanesa y el movimiento Hizbolláh y en su conjunto con el gobierno de Líbano produjo en los dirigentes militares israelíes una “compulsiva necesidad” de actuar en gran escala contra Líbano. Según el militar ruso la sociedad libanesa y su gobierno habían alcanzado un consenso en la liberación del territorio ocupado por Israel en el Sur del Líbano (Shabba), en la liberación de cientos de libaneses presos en las cárceles israelíes y en la humillación del agresor israelí.

En el contexto de los dramáticos acontecimientos del Oriente Medio  la prensa internacional, incluida la rusa, ha mencionado a Siria y a Irán como partes interesadas en el desencadenamiento de la agresión militar israelí contra Líbano. Supuestamente Irán desea apartar la atención sobre su propio programa nuclear y la entrega del dossier nuclear iraní al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Supuestamente también Siria espera que se le exima del castigo por la muerte de R. Hariri. El general Ivashov aduce que, además de Líbano, Irán y Siria tienen más interés que nadie en que se mantenga la estabilidad y la paz en Oriente Medio. Ambos países han sido señalados por los líderes militares israelíes  como sus objetivos y tienen una evaluación realista (mejor que Saddam Hussein) de la correlación de fuerzas y de las consecuencias de posibles ataques militares contra Teherán y Damasco. Mientras que una operación terrestre todavía no es una amenaza para Irán, lo es muy real para Siria. La política exterior de ambos países ha sido muy cauta y cuidadosa en los últimos tiempos. No hay duda de que Teherán y Damasco apoyan a Hizbolláh como línea de frente para contener a Israel y como rama poderosa shiita-alauita del Islam, por lo que no les conviene que Hizbollah quede sometido por la poderosa fuerza militar israelí. Durante la agresión israelí ambos países tuvieron buen cuidado de demostrar que habían restringido la ayuda militar a las unidades armadas de Hizbolláh.

A los Estados Unidos, a Gran Bretaña y a Israel les conviene presentar a Hizbolláh ante la comunidad mundial como organización terrorista  a fin de legitimar la agresión israelí y justificar la lucha contra el llamado terrorismo internacional. El general Ivashov describe los orígenes de Hizbolláh hasta convertirse en la fuerza política y militar que ha conseguido parar los pies al poderoso ejército israelí. La organización ha fortalecido sus posiciones no sólo dentro de Líbano sino a lo largo de todo el frente contra Israel. Ha probado su resistencia bajo el fuego de fuerzas superiores, se ha visto envuelta en tres tipos de combate: en tierra, en mar y en el aire (por primera vez en la historia de los conflictos entre Líbano e Israel), y por primera vez ha logrado infligir daños palpables al enemigo.

Por el contrario, Israel ha fracasado a la hora de demostrar su superior potencia militar, de defender a su población de los ataques de misiles y de romper la resistencia de Hizbolláh. Su único éxito ha consistido en destruir estructuras vitales para la población, algunos centros administrativos, viviendas civiles y la débil infraestructura del ejército libanés. Es decir, su principal éxito lo ha logrado Israel en contra de la población y de objetivos civiles. Junto a los Estados Unidos, Israel ha conseguido poner fuera de juego al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, convirtiéndolo en un refugio para su política agresiva.

Según el general ruso, la reciente guerra no ha consolidado al mundo islámico y árabe, ni lo ha dividido irremediablemente.  Los musulmanes se solidarizaron con Líbano, pero escucharon el llamamiento del líder espiritual de los wahhabitas, el jeque Abdullah Bin- Jubreen, para que no apoyaran a los shiitas libaneses ni a Hizbolláh, y que no rezaran por su victoria.

Ni los Estados Unidos ni Israel lograron crear condiciones para atacar Irán. Argumentos como “Irán ayuda a Hizbolláh” no consiguieron el apoyo de la opinión pública seria en los Estados Unidos, ni muchos menos de la internacional. Más aún los Estados Unidos recibieron del gobierno libanés un serio bofetón en la cara al negarse aquél a recibir en Beirut a la Secretaria de Estado C. Rice.

Israel no logró derribar al gobierno de Hamás en Palestina, mientras que la operación contra los palestinos y los libaneses no obtuvo la solidaridad de parte de la población israelí con el gobierno de E. Olmert. Si el conflicto armado continúa, los problemas de los refugiados israelíes, la muerte de civiles y el prolongado alojamiento en campos y en búnkeres podrían llevar a una explosión dentro de Israel.

Eliseo Bayo