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Arturo Bosque

León, tu ciudad Por Enrique Gómez Lázaro

 

Y la de muchos - 180.000 habitantes  en  ella - y la de todos. Merece ya ser declarada PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.

Víctor (1), acabo de volver de tu ciudad. Por circunstancias adversas no pude encontrarme contigo. ¡Qué guía de lujo hubiésemos tenido en ti un grupo de visitantes zaragozanos (2)! Soy locuaz pero nuestros amigos comunes del Campo de Cariñena saben que,  cuando tú vienes por aquí de vacaciones en verano,  yo casi enmudezco. Oírte hablar...  de lo que sea,   es una delicia.

Llegamos a mediodía el 22 de abril de 2006. Nada más comer, nos fuimos a conocer tu ciudad.  Me ha gustado,  por lo antiguo y por lo moderno. Me ha. gustado la amabilidad y el señorío de sus gentes,  así como tú.   Y me ha gustado sobremanera, me ha enamorado el antiguo convento de San Marcos.  Lo dejamos para el final,  pues nos quedaba cer­quita del Hostal Don Suero,  donde nos hospedábamos.  Ansiaba ya encontrarme con San Marcos.  Tenía oídas de él.

Serian las ocho de una tarde tibia y encalmada,  todavía con algo de sol, verdaderamente primaveral. Por fin,  presidiendo una plaza hermosa,   se nos mostró San    Marcos.  Yo exclamé: ¡Esto ya es  otra, cosa! En la capilla, había misa y boda en su parador.  Mucha gente de todas las edades en la plaza.  Era sábado.

Al día siguiente,  domingo,  madrugué.  Antes de partir para Burgos, donde nos esperaba el esplendor arquitectónico del gótico europeo,  me marché -esta vez solo- a San Marcos para gozarlo a mi gusto. Cuatro o cinco deambulantes por la plaza. Ocho de la mañana. Raso y encalmado. Las flores mostraban todo su encanto al  sol y a cuantos quisieren con­templarlas.  Llegó una pareja de peregrinos a Santiago.  Eran extranjeros. Ella se puso junto a la escultura-homenaje al peregrino y él les hizo una foto.  Apartados los peregrinos reales,  yo me acerqué al peregrino simbolizado y fue entonces cuando comprendí... todo.  Asom­brado estaba el peregrino,  asombrado estaba yo.  Quienes me conocen bien, saben que a veces exagero.   En  todo caso también   exagera  el   enamorado. En arte  sólo lo  sublime produce  el asombro.  Feliz,  idea meter  joyeros a trabajar  la piedra.   Perdón.  No  eran   joyeros,  pero habían  estudiado ricas joyas.  Desde varios puntos de la plaza observé  esta monumental joya en piedra -los  historiadores podrían llamarla  obra cumbre del plateresco  español- y noté asimetrías;  pero no  eran fallos del maestro constructor,  no;   eran   imitaciones de  los  caprichos mudéjares.

Víctor, en  cuanto puedas; que me vas a decir:  Enrique, tienes que volver a León. Y yo estaré a tu lado.

Amigo leonés, si  así fuere…  Hasta la vista. Salud para ti  y para los tuyos.

 

(1) Víctor Ferrero León, fundador de la revista cultural, leonesa PRO MONUMENTA destinatario de esta carta abierta en Internet.

(2). Viaje  organizado por la Asociación Cultural BARRACAS de Encinacorba (Zaragoza).

                                                                        

En  Encinacorba, 25 de Abril de 2006

Enrique Gómez Lázaro