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Arturo Bosque

 

LA VIDA

 

Por Enrique Gómez Lázaro

 

 “Mi vida”, “vida mía” son expresiones desde lo más intimo de nuestro ser.   En un corral  junto al mío una gata ha parido tres gatitos. Los dueños del corral no viven  en Encinacorba; así que están los cuatro a sus anchas, sin que nadie pueda mo­lestarlos. ¡Cómo los alimenta,  cómo los asea, cómo los enseña, cómo juega con  ellos! ¡Cuánto amor y cuánta felicidad hay ahí! Por cierto, ¿dónde para el zángano del padre?

De la feria de la vida cada uno cuenta según le va. Pero de la vida, en la tierra nos pueden hablar quienes saben de ella, los especialistas,  los naturalistas, hoy también llamados biólogos.

Hay retraimiento al definir la vida. Los microbiólogos la definen -y por decir algo- masa que se mueve. ¡Ay, el movimiento! Los hombres primitivos, tan indefensos y temerosos exploradores, nos llenaron la tierra y el universo de dioses.

Hay tensión dentro de cada ser y entre todos los vivientes, pero también hay relación entre todos ellos,  de tal manera que quien no se relaciona,  está próximo a la muerte,  como también está próximo a la muerte quien no lucha.

Los naturalistas nos han demostrado que hay belleza y sabiduría en cada viviente. Nos han demostrado que en algunos hay ostentación = exageración del ser,  para afirmarse,  para defenderse, para dominar, para exhibirse hasta extremos ridículos. ¡Y se creían los estadounidenses que la propaganda había sido inventada por ellos!  En otros vivientes existe el recato =  aminoración del ser con sus fines propios y hasta extremos maravillosos (camuflaje perfecto).

¿La vida es un bien? La vida es buena a ratos,  y siempre difícil e insegura. Podemos tener enemigos dentro y fuera de nosotros.  A mis sesenta y seis años y he cumplido los setenta, me di cuenta de que para ser y para existir cualquier viviente ha de destruir. Para hacerse y para mantenerse ha de luchar. De ahí que la victoria es uno de los acontecimientos más celebrados por el hombre ¡Qué hermosa es la victoria¡  El viviente terreno es ontológicamente un destructor.  Este viviente - para mi  éticamente monstruoso - ha ido cambiando mi mentalidad.

Hay una ley o mandato supremo de la vida: PERDURAR. Cuanto más indefenso es un ser con mayor facilidad se reproduce. Cada viviente ha de defender su vida y su hábitat hasta la muerte si fuere necesario. Para los biólogos es todavía una incógnita cómo se programó la primera célula para reproducirse.  La FEMINIDAD ha creado todas las variantes de la reproducción. La masculinidad, en los vivientes superiores,  tiene la función de mejorar la genética y de defender la especie.  Toda la vida procede de la feminidad. De ahí qué la hembra se ocupe y preocupé mucho más de la vida que el macho. Genial concepción de los hombres antiguos el ver = idear la tierra como madre común. Entre las deidades creadas por el hombre es quizá la diosa TIERRA la que todavía debía merecer nuestra atención. Hace tiempo que el hombre llamado civilizado perdió el respeto a la tierra. La tierra tiene sus expansiones y sus venganzas.

El hombre de los demás vivientes puede aprender algunas cosas, ¿Ha encontrado el hombre su hábitat?   ¿Sabe el hombre estar en. la tierra ?

A. los vegetarianos tengo que decir que comerse una lechuga es un bien para ellos,  para la lechuga es su destrucción y la de su posible descendencia.

Ultima reflexión ¿Cuántos de los tres gatitos sobrevivirán cuando tengan que salir a la calle para buscarse la comida?

 

En  Encinacorba,  a 18  de  julio de 2008.

Enrique Gómez, Lázaro