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Arturo Bosque

¿Medicinas alternativas o pseudomedicinas?

 
¡Socorro! ¡Ya están aquí! Pseudomedicinas en Aragón

Arturo Bosque Foz
viernes, 7 de mayo de 2004

Publicado en el Heraldo de Aragón el día 5 de mayo de 2004:

Piden integrar las medicinas alternativas en el Salud
CHA presentó ayer una proposición no de ley sobre medicinas alternativas eleva mañana al pleno de las Cortes. El objetivo es que, en el plazo de dos meses, una comisión de expertos analice la situación de las medicinas no convencionales (homeopatía, acupuntura y medicina naturista) y elabore un informe con medidas legislativas y asistenciales para su incorporación en el Sistema Aragonés de Salud (Salud).

[Arturo]
No sé lo que os parece pero para mi es un asunto grave que hipoteca nuestra salud y la de nuestros hijos. Sustituir medicina por pseudomedicinas es un suicidio. Ni existe la energía Tai Chi ni los meridianos por donde se distribuye ésta por el cuerpo, como dicen los acupuntores; ni las diluciones infinitesimales homeópatas son algo distinto que agua pura o disolvente puro ya que a base de disolver y disolver no existe en su seno ni una sola partícula de principio activo; ni las distintas terapias naturistas tienen más efecto que el de placebo.
Si alguno de vosotros tiene acceso a la cúpula de CHA sería muy bueno que demostrarais vuestro descontento. Los que conozco yo son de segundo o tercer nivel y, aunque se lo manifestaré, tiene menos efectividad. He mandado la siguiente "carta al director" al Heraldo.  A ver si la publican.

Nota: La siguiente carta no fue publicada en el Heraldo de Aragón pero sí en DIARIO DEL ALTO ARAGÓN de Huesca el 19 de Mayo de 2004

Medicinas alternativas, no, por favor.

El pasado día 5 leí en su digno periódico que un partido político ha presentado una proposición no de ley sobre medicinas alternativas con el objetivo de que algún día se incorporen al Sistema Aragonés de Salud.

Como ciudadano manifiesto mi directa oposición a que prácticas sin base científica alguna (homeopatía, acupuntura, medicina naturista, etc.) y que se basan solamente en creencias sin posibilidad alguna de comprobación, se incorporen al sistema sanitario.

Si abrimos esa puerta ¿por qué no admitir también el agua bendita, las ventosas, las cataplasmas, las purgas, las lavativas o las sangrías con sanguijuelas? Por antigüedad no será. No serán de procedencia china pero nuestros abuelos las practicaban. O ¿por qué no enseñamos a los enfermos de los hospitales cuadros con muchos colores diferentes (cromoterapia) o les hacemos escuchar distintas sinfonías (musicoterapia) o les pasamos por sus narices olores de todo tipo (aromaterapia)? Si esto fallara siempre podríamos colocar la cama del enfermo bajo unas pirámides que, ya se sabe, tienen unos efectos de concentración de la energía positiva. Dos o tres brujos o meigas por cada planta tampoco estarían de más. Unos rezos, unas aspersiones, unas imposiciones de manos o unas volteretas espantarían los malos humores, que son los causantes de las enfermedades. En casos muy desesperados podríamos abrazar al enfermo (abrazoterapia) o contarles unos chistes (risoterapia) o, en fin, masajear los pechos  (senoterapia). Para ejercitar esta última tendríamos que mandar a los terapeutas a Italia donde hay un médico que la practica con éxito (eso dice él y sus creyentes). Antes de desahuciar  a un enfermo le podríamos dar unas cucharaditas de... eso (cropoterapia).

Estas terapias serán muy baratas. Eso, sí, pero no sirven para nada.

No, por favor, medicinas alternativas, ¡no!

Arturo Bosque Foz
http://personales.mundivia.es/abosque/

No nos alarmemos, Arturo

José-Luis Félez Soriano
miércoles, 12 de mayo de 2004

No nos alarmemos, Arturo, no nos alarmemos!

No deben alarmarnos las medicinas alternativas, en absoluto. Y eso, por muchas razones.

1ª Quieren presentar (¿o ya la han presentado?) una proposición no de ley, para que una comisión de expertos analice y elabore un informe... etc.

2ª No veo en qué hipoteca ni nuestra salud ni la de nuestros hijos, porque, sin entrar en materia,

a- al igual que el divorcio, o la cruz para la Iglesia en la liquidación a Hacienda, etc., etc., etc., no será para nadie obligatoria.

b- por tanto, no se trata tanto de sustituir (harto imposible) como de complementar. Aquí nadie se va a suicidar por eso, máxime si tan inocuas son esas medicinas alternativas.

3ª- No nombro la energía Tai-Chi que no conozco (solo conozco su refrescante y relajante música) ni he usado ni sé nada de terapias naturistas. (Luego hablaremos de la homeopatía).

4ª- Al ser complementarias, nadie afirma que sean una panacea, pero nadie puede negar que los eternos remedios, milenarios y caseros, que tú enuncias, y otros muchísimos más, sí coadyuban al bienestar. (Muchos animales -sin que nadie se ofenda- se autopurgan para regenerar y aliviar su intestino). La razón te asiste plenamente en muchos de los modelos de terapia que nombras. Brujos, aspersiones, chistes... No así la risoterapia, que reir es bueno para la salud, remedio exquisito en muchas ocasiones, aunque en ningún caso cure el cáncer. Y otros más, que tienen sus agradables sensaciones, aunque no sean curativos.

5ª- La homeopatía la he dejado para el final porque algo conozco de ella. Sería bueno que alguien hablara de otro posible remedio que él conociera). Es, ciertamente, una dilución infinitesimal, cada producto diluído para cada caso y persona. Pero dilución hecha como más adelante explicaré sucintamente. De la homeopatía te puedo decir:

A- Mi experiencia personal.
Hace unos años sufrí una enfermedad bastante conocida y hasta cierto punto generalizada: ciática. La medicina general tiene un tratamiento propio de esa dolencia: antiinflamatorios, ya que consiste en una inflamación del nervio ciático. No eds grave pero sí muy dolorosa y caso de existir hernia discal puede procederse en la mayoría de los casos a una intervención quirúrgica. Esos antiinflamatorios pueden ser administrados por vía bucal (se necesita además, en la mayoría de los casos, un protector estomacal) o por vía intramuscular. Yo fui tratado así. Y a pesarf de ser tratado muy intensamente, la dolencia persistía. Me aconsejaron fisioterapia, remedio extendidísimo en este tipo de dolencias.  Recibí múltiples sesiones de fisio, corrientes eléctricas molestísimas, estiramiento de cervicales y columna, radiación de microondas, colocación de frío intenso... El dolor persistía. No podía andar ni estar de pie, imprescindibles ambas cosas para el desarrollo normal de mi profesión. Solo podía estar largo o en absoluto reposo (algunos casos es todo lo contrario: solo soportan andar o estar de pie, resultándoles irresistible estar acostados). Y así me pasé nada menos que siete largos meses. Por fin, me convencieron para acudir a la consulta de una homeópata con cátedra en Montpellier (lo que por sí solo hablade su reconocimiento), a mí que siempre me había sonreído ante esa... solución. Con esa doctora se han formado o por lo menos han recibido cursos, casi todos los homeópatas de España. Hablé con ella largo y tendido de todo, de mi dolencia, de mi trabajo, de mivida familiar, de mis relaciones humanas, de mi equilibrio emocional... Pensó y estudió un rato, tras el cual me recetó unas diluciones en forma de gránulos de esas que hablas como infinitesimales. Al quinto día tardaba bastante más tiempo en cansarme al andar. Al octavo día los dolores desaparecieron por completo. Me propuso un tratamiento más largo, para consolidar la curación y conseguir, de paso, una mayor calidad de vida subsanando otras anomalías que ella detectó. Mi vida empezó a sufrir una agradable transformación ya que cada vez me sentía mejor y capaz de mayores metas.
No me hable Vd. mal de la homeopatía, Sr. Bosque. A mí me fue de maravilla. Aunque le hago notar que a quien primero acudí fue al médico de cabecera. También le digo: ahora me lo pensaría dos veces. Aún más: según el tipo de dolencia daría prioridad a la homeopatía, por las fundadas razones que te doy a continuación:

B- La Organización Mundial de la Salud declaró que para el bien de la salud deben ser aprovechados todos los recursos.
La homeopatía tiene, lógicamente, sus limitaciones. No puede garantizar, por supuesto, la eficacia absoluta de sus medicamentos, pero figuran entre los más eficaces. Copnstituye un apoyo de las propias fuerzas curativas del paciente.

Por otra parte ¿acaso nuestra exigencia a la medicina para aliviar, muy justo por otra parte, nuestras dolencias no ha contribuído a producir una serie de fármacos que, además de no dar la solución y resultar carísimos, pueden ser hasta perniciosos para la salud debido a sus componentes químicos? Pero la mayoría de todos ellos tienen como finalidad aliviar tan solo, pero no curar.
Centrándonos en la homeopatía, digamos que literalmente significa "curar con lo semejante", en contraposición de la medicina general, que lo hace con elementos de acción contraria. Se combaten los síntomas, pero no la causa de la enfermedad.
El método de la homeopatía es paradójico a primera vista: cura la enfermedad con un medicamento que en una persona sana provocaría una enfermedad similar. Las distintas causas de una enfermedad deben ser tratadas con diversos y diferentes medicamentos. En definitiva, lo que pone enfermo a una persona, también puede curarla (hasta Hipócrates en el siglo IV lo reconoció). Y como estudiantes que a lo mejor no estudiosos del latín fuimos, digamos para terminar: SIMILIA SIMILIBUS CURENTUR.
Ya que la hemos nombrado anteriormente y dejado para luego, hablemos muy esquemáticamente algo sobre la dilución. Es como si una gota de agua se deja caer en un lago y luego se rellena un frasco con esa agua. La sustancia ha desaparecido, siendo la proporción digamos de una parte por un millón. Pero en homeopatía un producto NO SE DILUYE, sino que se potencia de este modo: Una gota se mezcla con diez de alcohol y se agita. Con un gota de esa mezcla se procede de igual manera, es decir, a esa gota se le añaden diez de alcohol y se agita. Y así sucesivamente. Al cabo de determinadas veces estará infinitesimalmente diluída, pero potenciada en esas determinadas veces. En fin,no soy un experto pero algo conozco y por este camino va. Aunque, terminando como hemos empezado, lo principal es la convicción de que ningún método que proporcione salud o bienestar debe ser rechazado.
¿No crees, amigo Arturo?

Para tí y para todos, un abrazo.

José-Luis.

La falacia de "post hoc, ergo propter hoc"

Arturo Bosque Foz
sábado, 15 de mayo de 2004

(Es contestación al mensaje último de José Luis Félez)

Experiencia por experiencia

En una ocasión, subiendo a los ibones del Anayet (ver el diario de mi bota), sufrí un resbalón con tan mala fortuna que mi rodilla hizo un “¡catracrec!” que me produjo un fuerte dolor. Descansé más de media hora y, como se me amortiguó mucho, seguí con la excursión. La bajada fue un calvario. Cuando llegué al coche casi iba arrastrando los pies por el intenso dolor que me producía la rodilla. Este dolor, al principio muy intenso, se fue amortiguando al paso de los meses. Ciertos movimientos, sobre todo los incontrolados,  reproducían la situación inicial. Así, mediante una especie de ciclos observaba que la tendencia era de amortiguación. Aguanté; eso sí, iba a natación y no dejé nunca de mover las articulaciones afectadas. Pasados casi dos años, no me duele nada y sigo haciendo excursiones tan o más duras que la que me produjo el incidente.

No fui ni el médico, ni al fisioterapeuta, ni al naturista, ni al acupuntor, ni el homeópata. El dolor, aunque tardó un tiempo tan largo, desapareció.

No hace falta ser un lógico matemático para deducir que, si hubiese ido 5 meses a cada especialista en este orden, se hubiese llevado el mérito el homeópata. Pero si hubiese ido en otro orden hubieran triunfado el acupuntor, el naturista, el fisioterapeuta o el médico.

La falacia de “post hoc, ergo propter hoc”

Tu experiencia, José Luis, y la mía se anulan. El resultado es 1 a 1. ¿Qué hacemos?

Al hombre en su evolución le ha ido muy bien asociar que, cuando una cosa sucede después de otra, le atribuye a la primera ser causa de la segunda. Y más si ésta relación se repite. Todos tendemos a pensar automáticamente de esta manera ¿Pero eso es así? ¿Siempre que algo sucede tras una acción, ésta su causa? ¡Naturalmente que no! No pongo ejemplos porque todos habréis tenido un montón en vuestra vida. Sin embargo nos cuesta mucho no caer en la falacia “post hoc, ergo propter hoc”. En la experiencia que he descrito arriba se puede ver que, dependiendo del orden en que hubiese visitado a un especialista, la causa de mi cura se le hubiese llevado uno de los cinco. (Unas buenas páginas sobre éste tema son éstas: Falacias y sofismas  Falacias lógicas )

¿Es posible conocer cómo se concatenan causas y efectos?

Sí. Existe un método. Es el método científico. Las experiencias personales no sirven, ni la tuya, José Luis;  ni la mía. Podemos incurrir en la falacia descrita o en otras.

En el caso concreto de las terapias el método científico se aplica mediante ensayos clínicos. Se toma una población lo más numerosa posible que tengan la misma enfermedad, por ejemplo, la ciática que tú citas. Si se quiere saber los efectos de la homeopatía, por seguir, tu caso, a la mitad de los pacientes se les suministra un producto homeopático y a otros un placebo (podría ser agua pura). Todo esto se hace por el método que se llama el doble ciego: ni los pacientes ni el que reparte la medicación sabe si reciben (o suministran) medicamento o placebo. Luego se hace un estudio estadístico. Lógicamente, si la medicación es efectiva, los tratados con el producto en cuestión mejoran con toda claridad frente a los tratados con placebo.

Existe una fundación, llamada Cochrane, que se dedica a estudiar ensayos clínicos y que se basa en el principio “medicina basada en la evidencia”. Esto significa que esta fundación, independiente de la causa, intenta descubrir lo que cura de lo que no. Entra en la página de Cochrane , escribe en el buscador “Homeopatía” y echa un vistazo. Yo no he encontrado ningún estudio que avale su efectividad. Sólo he encontrado estudios que afirman su ineficacia.

¿Nos alarmamos o no?

Si se llegara a la conclusión de que estas medicinas alternativas (par mi, pseudomidicinas) no sirven para nada, algo de alarma social sí que se debiera producir. No me lo compares con el divorcio ni con la cruz para la Iglesia en la liquidación a Hacienda. Estas no generan a la sociedad incrementos de coste, pero sí la entrada de acupuntores, homeópatas u otros “especialistas”.

Donde nos hemos de centrar es en si sirve o no sirve tal o cual terapia. Fuera de la sanidad pública que cada uno haga de su capa un sayo. Tengo una relación de 129 terapias que van desde las citadas hasta curarse por eructos o excrementos de vaca. Todas ellas tienen seguidores acérrimos que afirman con ejemplos concretos la bondad de su sistema. Busca en Internet y verás maravillas.

Y dejo para otra ocasión el entrar de lleno en la Homeopatía para ver las diferencias de visión que tenemos uno u otro, que, si sigo, podemos aburrir hasta las ovejas.

Un abrazo

Arturo Bosque

La homeopatía no cura

Arturo Bosque Foz
sábado, 15 de mayo de 2004

Como estoy motivado y mi nieto está haciendo la siesta voy a rematar la faena empezada esta misma mañana.

Lo primero que hago es darte la razón en aquello en lo que coincido contigo. Por ejemplo: Por otra parte ¿acaso nuestra exigencia a la medicina para aliviar, muy justo por otra parte, nuestras dolencias no ha contribuido a producir una serie de fármacos que, además de no dar la solución y resultar carísimos, pueden ser hasta perniciosos para la salud debido a sus componentes químicos? Pero la mayoría de todos ellos tienen como finalidad aliviar tan solo, pero no curar. Aún así tendría que matizar... debido a sus componentes químicos mal aplicados. Los componentes químicos (hasta el agua lo es) son neutrales. Es su buena o mala aplicación la que los hace beneficiosos o perjudiciales.

La homeopatía

Ahí terminan nuestras coincidencias porque en lo que a la homeopatía se refiere discrepo bastante.

Que el cuerpo humano tiene unos mecanismos de autodefensa, es indudable. Se sabe que un resfriado tarda en curarse dos semanas con medicamentos y quince días “a pelo”. El ejemplo de mi rodilla descrito en mi mensaje anterior es otro. Que a esto los homeópatas le llaman fuerzas curativas del paciente... ¡Vale! Como en el fondo decimos lo mismo no nos vamos a pelear, aunque prefiero la primera expresión.

Lo de similia similibus curantur, es muy bonito pero, ¿es así? Y no me cites a Hipócrates que vivió 400 años antes de Cristo lo que significa que no disponía ni en sueños de los conocimientos actuales. Mucho más cercano fue el que introdujo la homeopatía Samuel Friedrich Hahnemann (1755-1843). Fue, sin embargo, a partir de mediados del siglo XIX, ya muerto Hannemann, y sobre todo a lo largo de todo el siglo XX, cuando se produjo el verdadero avance en medicina. Esto no es ningún argumento, lo sé, pero puede hacer pensar.

La homeopatía se rige por tres principios (según Hannemann y sus seguidores, que la homeopatía también tiene herejes como la Iglesia) : Ley de la similitud, Principio de las dosis infinitesimales y Ley de la individualización.

Ley de la similitud

La primera es la citada por José Luis con el similia similibus curantur. Ejemplo:Sabemos que al pelar y rebanar cebollas (Allium cepa), los ojos se irritan, enrojecen, lagrimean, aparece un leve catarro con irritación y comezón nasal, frecuentes estornudos, síntomas muy similares a un verdadero catarro. Por lo tanto en un paciente con esos síntomas Allium cepa en dosificación Homeopática como 4CH ó 6CH (dilución a la cuarta o a la sexta), demostrará rápidamente su efecto curativo.

Otro ejemplo: el envenenamiento por mercurio produce unas úlceras muy parecidas a las sifilíticas. Por la Ley de la similitud debería de tratar a un paciente de sífilis con dosis homeopáticas de mercurio. Como el mercurio envenena la dilución debería ser 20CH o más. ¿Qué relación hay entre las úlceras mercuriales y las sifilíticas?

Como veis, se rompe la unidad causa – efecto. Pero eso no sería problema, si de verdad funcionara, pero es que, además, no funciona. Con el catarro me da lo mismo pero ¿alguien se atrevería a ir a un homeópata con una sífilis?

Principio de las dosis infinitesimales

Para no empeorar al paciente, Hahnemann aplicaba diluciones infinitesimales del agente curativo. Como bien ha descrito José Luis es como si una gota de agua se deja caer en un lago y luego se rellena un frasco con esa agua. Y en diluciones del orden 20CH se queda corto que sería como diluir una gota en todos los océanos del mundo.

El proceso también lo ha descrito correctamente mi amigo. La primera dilución es lo que se llama Tintura Madre. A continuación se toma una gota de la misma y se disuelve en 99 gotas de disolvente —agua, alcohol o lactosa—, y se mezcla bien (dinamización). Tenemos ya una disolución 1CH (Centesimal Hahnemanniano). Si repitiéramos el proceso, tomando una gota de disolución 1CH para mezclarla con 99 de disolvente, tendríamos una disolución 2CH. Y así sucesivamente.

Desgraciadamente existe un número que se llama de Avogadro (un químico coetáneo de Hahnemann) que nos dice el número de moléculas que hay en un mol. Es un número muy pero que muy alto pero al fin y al cabo finito. Esto nos lleva a que a partir de un número determinado de diluciones ¡no existe ni una sola molécula del elemento activo! ¿Cómo puede producir algún efecto aquello que no existe?.

No hay problema para los homeópatas. Afirman que en la dinamización (agitación violenta), el disolvente guarda memoria del agente activo. O sea, que aunque no haya una sola molécula del elemento activo, el disolvente puede curar por el recuerdo que tiene. Para esto se necesita tener fe (esto lo digo yo). ¿Dónde una molécula de agua que son simplemente dos átomos de hidrógeno y una de oxígeno está situada esa memoria? ¿Dónde la tienen el alcohol o la lactosa? Lo dicho si no es por un acto de fe esa memoria no existe.

Pero eso no sería problema, si de verdad funcionara, pero es que, además, no funciona, como he dicho más arriba.

Ley de la individualización

Hanhemann y con él los homeópatas creen que no hay enfermedades sino enfermos y así definen:

- Individualidad morbosa.
Lo que hay es enfermo, aquí y ahora. Todo remedio homeopático deben confeccionarse exclusivamente para cada paciente. Lo importante a la hora de buscar un remedio es determinar en qué sentido se ha producido el desequilibrio de la Natura Medicatrix, y éste viene determinado exclusivamente por los síntomas de la enfermedad. El principio lógico fundamental causa-efecto no es aplicable para Hahnemann a los procesos patológicos y a su curación.

- Individualidad medicamentosa
Un mismo medicamento actúa de distinta forma en cada enfermo.

¿No os suena esto a algo críptico, misterioso, a cuestión de fe? Si no existen enfermedades y cada compuesto homeopático funciona diferente para cada enfermo, ¿Por qué existen las industrias homeopáticas que producen los preparados homeopáticos?

Repito, pero eso no sería problema, si de verdad funcionara, pero es que, además, no funciona.

¿Funciona o no funciona la homeopatía?

Ayer os enviaba la página de la fundación Cochrane donde se estudian terapia por terapia su efectividad. No existe ningún estudio que avale la homeopatía.

En el campo de la ciencia, se considera correcto cuando un estudio logra ser publicado en revistas de prestigio donde hay un buen equipo corrector que no deja pasar una.

Tan sólo en una ocasión un homeópata, Benveniste, logró colar un artículo en la prestigiosa revista científica Nature. El 30 de Junio de 1988 apareció publicado en la en dicha revista un artículo firmado por el equipo de Jacques Benveniste, exponiendo una serie de experimentos sobre degranulación de basófilos disparada por anticuerpos muy diluidos. Esto avalaría el principio de la memoria del disolvente, o sea, daría base científica a la homeopatía.

Pero aquello acabó como el rosario de la aurora. No se pudo realizar la repetición controlada por J. Madox (editor de Nature), W. Stewart (científico experto en estudio de errores), y James Randi, conocido mago. Sus resultados fueron, básicamente, que no existía razón para suponer los efectos pretendidos en el artículo de J. Benveniste. Podéis ver el caso Benveniste pinchando aquí. Al final, a Benveniste se le vio el plumero y hoy en día dirige en Francia revistas tipo Más Allá.

Termino coincidiendo con José Luis: que ningún método que proporcione salud o bienestar debe ser rechazado. No es el caso de la homeopatía.

Saludos cordiales,

Arturo
http://personales.mundivia.es/abosque/